Reconectando conmigo mismo desde Altea.
Reconectando conmigo mismo desde Altea.
Una vez me instalé en Altea , empecé a notar una serie de cambios prácticamente instantáneos tanto a nivel físico como mental.
La sensación de total calma, silencio casi absoluto y la enorme Paz que transmitía el color de la Mar, me invadieron por completo. Tanto que Ana y yo decidimos no planear nada. Ni visitas, ni horarios, ni trabajo (puesto que ambos teníamos que dedicar una parte de nuestro tiempo libre a trabajar, ella en sus obligaciones laborales y yo del único servicio que anuncie a mis clientes por RRSS que dejaba activo que era el mantenimiento y administración de mis VPS para que estuvieran siempre funcionando y resolver alguna incidencia que pudiera surgir) simplemente dejar que fluyera todo tal y como decidiéramos sobre la marcha. Por supuesto siempre hablándolo todo entre los dos.
El día a día sobre la marcha.
Reconectando conmigo mismo desde Altea, andar, andar, andar
Después, comenzábamos a caminar recorriéndonos los primeros días el largo paseo Marítimo de Altea, algo desorientado al principio, ya que no recordaba con exactitud donde estaba situado el Pueblo que, al fin y al cabo, era donde mejores recuerdos tenía.
Andábamos totalmente maravillados por la Mar que todo lo invadía y proporcionándome en especial a mí una gran calma y tranquilidad. El Azul de distintos colores era mejor que cualquier medicación. Eso y la carencia de ruido.
Notamos también enseguida un cambio de actitud en la gente que se cruzaba con nosotros, normalmente jubilados ingleses o alemanes y franceses de tez morena curtida por el sol y unas caras de felicidad que, sinceramente, jamás vi desde hace años en Valencia Capital. Esa felicidad la despedían hacia nosotros impregnándonos de la misma.
Así que seguimos recorriendo de parte a parte el Paseo Marítimo de Altea. Desde la parte de la izquierda saliendo del hotel hasta el final muy distante llegando a Alfaz del Pi. Os dejo unas imágenes de ambos lados para que podáis situaros mejor en el entorno.
Primeros síntomas del rencuentro conmigo mismo.
Desde el primer día mientras desayunábamos, sobre las 13:00 notaba que una angustia profunda me invadía. Era una sensación extraña que no sabría explicar, pero me sentía molesto.
Al principio no le di importancia, pero al ir repitiéndose cada día aproximadamente a la misma hora comencé a pensar que algo estaba pasando. Le comenté a Ana ya que ella se veía afectada puesto que yo necesitaba volver al hotel y acostarme quedándome dormido normalmente.
Pensaba que, al reconectar, cambiar el entorno, los horarios, hábitos e incluso la comida todo el proceso de “desintoxicación” de mí mismo, todo el proceso se activaba mostrándome las primeras patologías .
No era consciente aun del mogollón de emociones encontradas y cambios constantes, que iba a sentir en los próximos días. Seria mucho más duro de lo que pensaba.
Al realizar un cambio tan brusco de hábitos no fui consciente de que cuerpo y mente se resentirían, llevándome de una felicidad total a una situación de extremo malestar, cansancio, angustia y una multitud de distintas sensaciones que, poco a poco, se adentraban en mi interior indicándome el largo camino que me quedaba por recorrer aún.
Venciendo la reconexión.
Pero persistí, seguí adelante los dos primeros días repitiendo la “rutina» del desayuno sano, de andar para ir sacando toda la porquería que llevaba acumulando los últimos 5 / 10 años.
Al final del segundo día remitió completamente la angustia, y la enorme cantidad de diversas sensaciones que se acumulaban en mi interior así que por la noche ya en la habitación del hotel le dije a Ana: Mañana nos vamos al pueblo de Altea, . Estoy seguro de que te va a encantar.
Pero esto es ya otra historia que en el siguiente Post os contare.